
¿Podrán las máquinas aprender a hacernos reír?
Si existe una ciudad en el mundo campeona en el uso del sarcasmo y la ironía, esa es Roma. Desde tiempos de Cicerón, en la ciudad eterna se emplea este particular sentido del humor a diestro y siniestro, jugando con la delgada línea que separa el humor del insulto. Tal y como indica el profesor Ángel Escobar en el libro Religión y propaganda política en el mundo romano, “la frontera entre el sarcasmo, más o menos burlón, y el insulto o la acusación directa e intolerante era sutil en tiempos de la república romana”. Muy poco ha cambiado en los últimos 2.000 años.
Uno de los ejemplos más recientes del mordaz sarcasmo de los ciudadanos romanos lo encontramos en las reacciones a un suceso del pasado mes de mayo. Un autobús urbano ardió en llamas, al parecer espontáneamente, en la céntrica Via del Tritone. No era la primera vez que ocurría. De hecho, diversos medios relatan que los autobuses que han ardido en los últimos años en la capital italiana se pueden contar por decenas. Sin embargo, el hecho de que prendiera fuego en una calle tan céntrica llamó la atención incluso de los medios internacionales. Los ciudadanos ya acuñaban un nuevo término para darle nombre al fenómeno: Flambus (uniendo los términos “flambé” y autobús). Las reacciones en redes sociales con chistes y memes se contaban por cientos.
Hola, siento el retraso… he venido en transporte público
? anche qua mi sfugge l’autore. Sorry… @ATtACcheteArBus @MercurioPsi @LindaMeleo @virginiaraggi @EnricoStefano
La sintesi è solo @taffoofficial può dare la vera pace ai romani #flambus #alberichecadono #voragini #buche #pozzanghere #yeeeee pic.twitter.com/enGEMgQ6zd— gustami (@gustamiblog) 9 de mayo de 2018
Haciendo siempre uso de las redes sociales, hace algunos años, el ISIS amenazó con invadir Roma, a lo que los italianos contestaron una vez más con su característico sarcasmo. Empleando el mismo hashtag que el grupo terrorista, #We_Are_Coming_O_Rome (estamos llegando a Roma), los romanos empezaron a enviar mensajes como “si venís, tened cuidado con la circunvalación, hay un tráfico horrible”, o “¿podréis permitiros pagar un menú turístico en el centro?”. El éxito fue tal, que, si imaginamos a cualquier analista de los servicios secretos dedicado a la escucha en redes sociales, podemos hacernos una idea de lo atareado que tuvo que estar durante esos días.

(Twitter/@Cathy_Crawley)
Twitter, al igual que Roma, es el lugar de encuentro ideal para los amantes del sarcasmo y la ironía. Es la ciudad virtual donde se vierten agudeces cercanas al insulto, en ocasiones llenas de ingenio y humor. Sin embargo, a veces hay que hilar muy fino para poder detectar la ironía o el sarcasmo en un texto que carece de tono o de imágenes. Es algo que, de momento, sólo algunos humanos con un bagaje cultural similar a quien emite el tuit son capaces de percibir.
El sarcasmo es maravillosamente complejo
Tal y como afirma la profesora Elisabeth Camp, de la Universidad de Rutgers, “hay un montón de temas, como las dinámicas sociales y de poder” que hacen que el sarcasmo sea algo profundamente humano.
Aunque a día de hoy existe una rama de la inteligencia artificial que estudia el humor computacional, los sistemas existentes se basan en reconocer o generar plantillas limitadas. Sin embargo, los expertos afirman que se trata de una rama con un gran futuro. Ahora, imaginad la alegría del analista de los servicios secretos, al saber que pronto existirá un robot capaz de clasificar los tweets veraces y las chorradas galopantes.
Sin embargo, Sebastian Thrun, experto en robótica de la Universidad de Stanford y Google afirma, “lo último que quiero es que mi robot sea sarcástico”. Quiero que sea pragmático y confiable, igual que mi lavavajillas”.
El debate está abierto.